El mal tiene olor y cada persona… uno distinto

CIUDAD DE MÉXICO.- Quizá no lo sepas, pero todo tiene un olor caracterísco… incluso, se puede olor el mal y cada una de las personas que habitamos este mundo, huele diferente, algo parecido a las huellas digitales.

Huele a azufre, huele a Diablo”, decían nuestros abuelos cuando olía a huevos podridos.

Pero hay un problema… pocos son quienes le dan importancia al olfato, el sentido más primitivo del ser humano y de muchas especies.

El sentido del olfato es tan poderoso, que según la neurocientífica española Laura López-Mascaraque considera que puede puede determinar si dos personas forman un matrimonio o sólo una relación amistosa.

Estudios demuestran que el olor corporal está determinado por genes y estos también determinan distintos aspectos de nuestro sistema inmunológico”, destaca ópez-Mascaraque, quien abrirá El Aleph, Festival de Arte y Ciencia de la UNAM, el próximo 13 de mayo en el Centro Cultural Universitario.

Se busca”, explica, “que las parejas tengan distinto sistema inmunológico, porque los polos opuestos se atraen y porque así tienen posibilidad de una descendencia con sistemas inmunes más resistentes, al ser más distintos.

Otro estudio, que se hizo hace poco, dice que las personas con olores corporales similares tienen más probabilidades de ser mejores amigos, pero no parejas”, contrasta la investigadora adscrita al departamento de Neurobiología Molecular, Celular y del Desarrollo del Instituto Cajal, en Madrid.

Son experimentos que consisten, por ejemplo, en acercar a mujeres camisetas impregnadas con sudor de varones. Mientras más distinto es el Complejo de Histocompatibilidad asociado al olor corporal, mayor probabilidad tendrán de ser elegidos como pareja, refiere.

Solo hasta que pierden el olfato, las personas se percatan de cuánto lo usan”, advierte la especialista, e informa que aproximadamente el 75 por ciento del sabor es olfato, no gusto.

«No tenemos educación en los olores; de pequeños nos enseñan cuáles son los colores, las palabras, pero nadie nos habla de los olores. Es muy difícil verbalizarlos; no nos enseñan a decir a qué huele algo». Explicó.

EL OLOR DEL MAL

López-Mascaraque impartirá la conferencia inaugural del festival El Aleph, con el título «El mal tiene un olor confundible», el sábado 13 de mayo a las 12:00 horas en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

El olor del gas -en realidad del metil mercaptano que se le añade-, de la pólvora, de la descomposición, o el olor «metálico de la sangre», como decían en los campos de concentración, son ejemplos de emanaciones que provocan el rechazo generalizado, ejemplifica la investigadora, cuya charla abordará, entre otros temas, el carácter cultural de la aversión a los olores.

El olor es algo tan subjetivo, que la charla ‘El mal tiene un olor inconfundible’ podría llevar un subtítulo: «Dependiendo de quién eres o dependiendo de tu cultura», dice.

«De alguna manera hemos desarrollado una especie de mecanismo de defensa que asocia olores con cosas dañinas, desagradables, pero desde un punto de vista de la neurociencia (el olfato) es el más incontrolable de todos los sentidos», puntualiza López-Mascaraque, y enfatiza la complejidad de ese sentido.

Cada vez que respiramos tenemos la percepción de un olor, que puede ser positivo o negativo, y podríamos decir que son comunes el olor junto con el sabor, en algunos casos. Son como armas que la evolución ha dado a los organismos para defenderse, y a la vez constituye uno de los principales marcadores de identidad», puntualiza.

Para procesar los olores, subraya, se requieren 400 genes, casi el 3 por ciento del genoma humano.

Y asegura que el olfato adquiere cada vez mayor importancia en los ámbitos médico, criminal, de seguridad y en la industria de los alimentos. «Igual que todos tenemos una huella digital -excepto los gemelos idénticos-, tenemos también un olor único. Le llaman el ‘espejo del genoma olfativo'».

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